lunes, 6 de junio de 2011

PARA COMENTAR Guerra de MAlvinas

Pensando en trabajar fuentes históricas van dos versiones en una de la guerra de Malvinas: ¿puede una experiencia ser tan diferente según quién la viva??

Malvinas: una guerra con dos finales muy distintos

Un veterano de Gran Bretaña y otro de la Argentina reviven el enfrentamiento de 1982 y relatan sus vivencias en los años de la posguerra; dos historias de vida diferentes a 28 años del conflicto; mirá el especial multimedia (MUY RECOMENDABLE)


A primera vista parece imposible encontrar coincidencias entre la vida de ambos. Uno, viste un traje de gala y abre la puerta de su oficina de 10 metros cuadrados en el primer piso de uno de los clubes más selectos de Londres. El otro, espera en la vereda y convida mate a un vecino en el barrio de Lanús, Buenos Aires. Pero la coincidencia existe y está en sus memorias: el recuerdo del desconcierto, aquel frío abril de 1982.

"Mamá, me voy a hacer una campaña a Bariloche. Quedate tranquila, son unos días", mintió Rubén Ramírez en la última carta que escribió desde tierra continental. Ya había tenido un impacto cuando, en el primer día en la conscripción, le informaron que partía para hacer el servicio militar obligatorio en Comodoro Rivadavia. Salió de su casa de Lanús un día de febrero, con una remera liviana y un pantalón gastado y no volvió hasta después de la guerra.

El soldado Tony Davies comentó con sus compañeros del ejército que serían enviados a Escocia. Allí ubicaban mentalmente a las Falklands cuando fueron notificados de la misión. Pronto supo que su objetivo era defender la colonia más austral de Gran Bretaña. "Tardamos más de tres semanas en llegar, estábamos a medio mundo de distancia, en medio del invierno", recuerda.

En la capital británica las bajas temperaturas también calan los huesos. Pero adentro del distinguido Union Jack Club, del cual Davies es hoy jefe ejecutivo, la calefacción permite a quienes sirvieron a su Majestad en el servicio militar reunirse asiduamente y lucir sus placas sin necesidad de abrigos. Mezcla de lujo y modernidad, Tony supervisa que se brinden todas las comodidades a los veteranos de guerra que se fueron convirtiendo automáticamente en miembros del círculo.

En el Centro de Veteranos de Lanús, Rubén pasa gran parte de su día junto a otros quince compañeros. En un primer piso cedido por la municipalidad este ex combatiente se disculpa por el desorden: una exhibición a medio montar muestra fotos de la guerra, de las protestas por la falta de asistencia social a finales de los ‘80 y de las actuales campañas solidarias que realizan en el Chaco. Rubén pudo volver al barrio de su infancia, pero no era el mismo muchacho.

"Nunca había tomado un avión, nunca había tenido un arma en mis manos, de repente me encuentro en el frío de Chubut. La instrucción duró 15 días y me tocó estar en logística", recuerda. El 29 de marzo de 1982, él y sus compañeros advirtieron que seis conscriptos no estaban en el batallón. Fue allí cuando se enteraron de la recuperación de Malvinas y volaron a las islas.

"¡Qué van a venir!", se decía con sus compañeros. Pero según recuerda, a partir del 1º de mayo, cuando el Puerto Argentino fue bombardeado por las fuerzas británicas, ya nada fue igual. Y, lejos de lo que decían algunos titulares en el país, la inexperiencia se sintió en cada acción.

Según Davies, los argentinos "se defendieron con extremada fuerza y valentía". En la primera línea de batalla, en contacto con sus prisioneros de guerra, llegó a enterarse de que se trataba de un grupo de jóvenes novatos, la mayoría de ellos conscriptos, que estuvieron en posición de ataque en escasas oportunidades.

Fue en una ocasión similar que un compañero de Rubén que sabía inglés pudo intercambiar unas palabras con un británico. "Que no teníamos sueldo, esa parte no la entendían, que íbamos a defender la patria no lo entendían. Porque ellos aseguran la familia, tienen un seguro de tres generaciones. En la conscripción cobré una sola vez y me descontaron un par de medias. Me alcanzó para un sandwich y una gaseosa, nada más", dice este hombre de ahora 47 años.

Cuando la fuerza argentina se rindió y se izó la bandera blanca ambos sintieron alivio. "Estaba nevando, todos nos estábamos congelando, teníamos hambre, estábamos sucios, sin municiones, ni comida, ni nada", rememora Davies.

El y Ramírez utilizan las mismas palabras al hablar de las secuelas de la guerra: problemas mentales, trastorno de estrés postraumático, lesiones físicas, conflictos familiares, intentos de suicidio, falta de recursos. Pero en los años que sucedieron al conflicto las experiencias fueron distintas.

En el caso británico, el gobierno y una importante red de donaciones garantizaron que aquellos que brindaron servicio en Malvinas tuvieran su situación económica asegurada. En el argentino, los ex combatientes siguen con la herida abierta. "Los gobiernos civiles nunca nos llamaron para ver cómo estábamos de salud, ni nos dieron la contención psicológica que necesitábamos. Nos buscaron por cielo y tierra para hacer el servicio y cuando volvimos, en vez de cobijarnos, trataron de sacarse el problema de encima", sentencia Ramírez. Le duelen los conceptos de "desmalvinización" y de "tanque atmosférico" con los que algunos funcionarios aludieron a la cuestión.

Davies cuenta lo importante que le resultó la fundación de SAMA82 (South Atlantic Medal Association 1982) que, según pregona en su sitio web, fue creado para mantener "un sentido de orgullo y camaradería entre todos los veteranos de la campaña del Atlántico Sur". Según este veterano, realizan reuniones periódicas en el que comparten sus recuerdos y anécdotas, recaudan donaciones y buscan entablar vínculos con los isleños.

En el Centro de Veteranos de Lanús se enorgullecen del programa de radio "Malvinas y sus vivencias" que cada jueves por la noche transmiten desde una emisora barrial. También de la difusión que del conflicto hacen en algunos colegios y de las acciones solidarias que llevan a cabo en las zonas más postergadas del país.

Davies asegura que tiene un buen amigo en Mar del Plata, un ex combatiente con el que se contactó después de la guerra y se lamenta por no haber podido ir a visitarlo a comer carne argentina. A las Malvinas sí viajó, en seis ocasiones. La última fue para la inauguración de una casa en Puerto Argentino destinada a hospedar a los veteranos de Gran Bretaña que quieran visitar las islas con sus familias.

"¿Volver? No, no lo pude hacer. Es algo que me encantaría, porque es un círculo que cierra", dice por su parte Ramírez. Tiene más anhelos. "Creemos que nos falta reconocimiento y nacionalismo. También nos gustaría tener un medio para expresarnos y que haya más educación en las escuelas". Y un deseo, que está por encima de todos: "Uno siempre sueña que vuelvan a ser argentinas".

2 comentarios:

Belén Blanzaco dijo...

A nuestro entender, siempre se ven dos caras de las distintas situaciones que surgen a lo largo de la historia. En este caso de la Guerra de Malvinas, se ve claramente los dos lados enfrentados, durante, antes y hasta incluso el después de esta gran batalla. Queremos resaltar, sobre todo, el trato que recibieron los ex combatientes cuando la guerra coronó a Gran Bretaña como “dueño” de estas islas.
Muy pocos supieron valorar la valentía y el coraje de los ex combatientes. Está claro que en su lugar no estuvo cualquiera, y que merecen el respeto necesario. Muchos dicen que durante la guerra, se le mezclaban distintos sentimientos; tristeza, alegría, dolor, la simple sensación de no saber si volvían a ver a su familia (entre tantos otros). Esto fue sufrido tanto por Británicos como por Argentinos, pero el recibimiento en su país natal no fue el mismo, y se ve reflejado en el artículo. Los argentinos no tuvieron el recibimiento que merecían, que la gente los apoye; y cuando hablamos de gente nos dirigimos a la población en su totalidad no sólo a los mas allegados de cada uno (familiares y amigos). Pensar que ellos representaron a nuestro país y dejaron todo por esas islas, que ellos fueron los que estuvieron allí, los que lucharon. Además, vale aclarar que la gran mayoría eran estudiantes y un día, así como estaban sin experiencia alguna, se encontraban viajando para algo totalmente nuevo y desconocido. A diferencia de los Británicos, según nuestro conocimiento, los ex combatientes argentinos no pudieron regresar a esas tierras (por distintos motivos) en las que dieron la vida por defender su país, y eso es algo que a muchos les gustaría.
Hoy en día, ocupan un lugar muy privilegiado en la historia argentina, y merecen un gran respeto por parte de todos. Los ex combatientes argentinos no han logrado llenar esa gran herida que quedó abierta.

Felipe Sosa dijo...

Nosotros creemos que más allá de las malas situaciones que hayan pasado ambos combatientes, es necesario recalcar el poco agradecimiento que se les brindó a los excombatientes argentinos. No hace falta comparar al pobre Rubén con Tony para darse cuenta del poco reconocimiento real que se les dio. No sólo desde el los sucesivos gobiernos, sino también de la sociedad en conjunto. ¿Cómo puede ser que se hable de las "Malvinas Argentinas" si no les mostramos el merecido respeto a las personas que no eligieron al ejército como camino en su vida y tomaron no otro que el de la muerte o desesperación?
Creemos que artículos como este nos demuestran que vamos a estar siempre en deuda con Ellos aunque hayan perdido la guerra y “no nos dieron las islas”. Vamos a estar en deuda, porque siguen amando al país como nadie. Creemos que el mejor reconocimiento que se les puede dar, es tomarlos como ejemplo para hacer que florezca la Patria y el sentimiento de todos los argentinos deberíamos tener.